miércoles, 29 de febrero de 2012

Ocio. La felicidad de no hacer nada


A continuación una reseña escrita pro Carlos Goñi del libro "Ocio. La felicidad de no hacer nada" de Ulrich Schnabel.  

 

Ocio. La felicidad de no hacer nada

Muße. Vom Glück des Nichtstuns

Autor: Ulrich Schnabel
Plataforma.
Barcelona (2011).
350 págs.
18 €.
Traducción: Bernardo Moreno Carrillo.

Fuente Aceprensa

Uno de los mayores peligros para la salud en el siglo XXI es el estrés laboral, lo que se ha dado en llamar “síndrome de agotamiento profesional”, que lleva, entre otras cosas, al olvido del noble arte del ocio. Vivimos en la civilización de la impaciencia y nos falta tiempo para gozar de esa sensación de ser los dueños de nuestro propio tiempo, en el que no rendimos culto al dinero, al ascenso profesional o al éxito, sino que nos reconciliamos con nosotros mismos y nuestro verdadero valor. Este es el punto de arranque de Ulrich Schnabel, físico y periodista, redactor científico del semanario alemán Die Zeit, para emprender un camino de exploración hacia la vivencia personal del ocio.

El arte del ocio no tiene nada que ver con el número de horas libres, sino con una actitud, con saber vivir el tiempo personal. La gestión del tiempo nos preocupa y dedicamos cientos de seminarios y cursos para enseñarnos a emplear el tiempo laboral de una manera más eficiente, pero no a reservar más tiempo para nosotros, para poder desintoxicarnos del exceso de información, de la “maldición de la interrupción” que no nos permite pensar en profundidad. “Quien está cableado –dice Schnabel– para recibir cada once minutos un nuevo ‘chute de información’ se lleva también esta costumbre al fin de semana. Entonces, en vez de disfrutar del ansiado descanso, nos sentimos aburridos por falta de vivencias y nos sobreviene el denominado estrés del tiempo libre”.

Desde hace trescientos años vivimos una auténtica “aceleración técnica”. Según el sociólogo Hartmut Rosa, al que Schnabel sigue en muchos de sus argumentos, el mundo, desde la Revolución Industrial, parece haberse encogido aproximadamente una sexagésima parte de su magnitud original, con lo cual todo pasa demasiado deprisa y no queremos perdérnoslo. Esto, unido al olvido de la trascendencia, provoca que para muchas personas la vida se convierta en la “última oportunidad” y sólo les quede la esperanza de un paraíso que tienen que realizar aquí y ahora. De modo que se sustituye el ocio por lo que el sociólogo Gerhard Schulze llama estrategia de “la multiplicación y la condensación”. Cuantos más medios de experimentación obtengamos, como ropa, vacaciones, parejas, programas de televisión, etc. (multiplicación), y cuanto más los apiñemos en el tiempo (condensación), mejor nos sentimos. Pero nos engañamos.

Schnabel nos habla de las islas del ocio que todavía podemos encontrar en el delirio moderno; sin embargo, nos propone no buscar el sosiego en lugares lejanos y países exóticos, sino en nuestra propia casa. Porque depende de nosotros, de cambiar algunas de nuestras costumbres que nos impiden percibir y coger al vuelo las ocasiones para el ocio. Por ejemplo, por qué no marcar con letras grandes en varios días del calendario: “Nada”, y si nos proponen hacer algo tal día, podemos responder: “No, ese día estoy ocupado”. Otra sugerencia: seguir el ejemplo de los niños, enemigos naturales de la sociedad acelerada y dejarnos llevar por lo que el psicólogo de origen húngaro Mihály Csíkszentmihályi llama flow, que consiste en meternos de lleno en lo que estamos haciendo y dejarnos llevar por el fluir de la acción de manera que el tiempo pierde toda importancia. O convertir nuestra propia casa, como proponía Chesterton, en un “nido de anarquía”, pues es “el único lugar salvaje en un mundo lleno de normas y obligaciones”, donde poder vivir con libertad el tiempo libre.

El libro no es un elogio de la holgazanería, ni mucho menos, sino que pretende enseñarnos a luchar contra el aburrimiento con sus mismas armas, sin darle la espalda, que es lo que solemos hacer y entonces caemos en el activismo, también en el tiempo de ocio. Una estrategia para vencer al aburrimiento es “estructurar la nada”, o lo que es lo mismo, aprender a ocuparnos con cosas que nos llenen sin la constante distracción que produce la televisión o Internet. Por ejemplo, leyendo un buen libro, como este.

Fuente Aceprensa

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